Conocí al Beato Pier Giorgio a través de la pastoral juvenil diocesana (diócesis de Chascomús), que lo lleva como patrono junto a la Virgen de Luján. Desde ahí me llamó la atención su vida, su trabajo, su preocupación por los más pobres y por las cosas de Dios, junto al cuidado de la amistad. Hoy estoy en mi quinto año de seminario y no he dejado de pedir su intercesión por todos los jóvenes que no conocen a Cristo, por aquellos a los que llama a consagrarse y por supuesto por mí.